lunes, 14 de abril de 2014

DONANDO SANGRE

HACE MUCHOS AÑOS, CUANDO TRABAJABA COMO VOLUNTARIO EN UN HOSPITAL DE STANFORD, CONOCÍ A UNA NIÑITA LLAMADA LIZ QUIEN SUFRÍA DE UNA EXTRAÑA ENFERMEDAD. SU ÚNICA OPORTUNIDAD DE RECUPERARSE APARENTEMENTE ERA UNA TRANSFUSIÓN DE SANGRE DE SU HERMANO DE 5 AÑOS, QUIEN HABÍA SOBREVIVIDO MILAGROSAMENTE A LA MISMA ENFERMEDAD Y HABÍA DESARROLLADO LOS ANTICUERPOS NECESARIOS PARA COMBATIRLA.

EL DOCTOR EXPLICÓ LA SITUACIÓN AL HERMANO DE LA NIÑA, Y LE PREGUNTÓ SI ESTARÍA DISPUESTO A DAR SU SANGRE A SU HERMANA. YO LO VI DUDAR POR SOLO UN MOMENTO ANTES DE TOMAR UN GRAN SUSPIRO Y DECIR: "SI, LO HARÉ, SI ESO SALVA A LIZ.”

MIENTRAS LA TRANSFUSIÓN CONTINUABA, ÉL ESTABA ACOSTADO EN UNA CAMA AL LADO DE LA DE SU HERMANA, Y SONRIENTE MIENTRAS NOSOTROS LO ASISTÍAMOS A ÉL Y A SU HERMANA, VIENDO RETORNAR EL COLOR A LAS MEJILLAS DE LA NIÑA. ENTONCES LA CARA DEL NIÑO SE PUSO PÁLIDA Y SU SONRISA DESAPARECIÓ. MIRÓ AL DOCTOR Y LE PREGUNTÓ CON VOZ TEMBLOROSA: "¿A QUÉ HORA EMPEZARÉ A MORIRME?.

SIENDO SOLO UN NIÑO, NO HABÍA COMPRENDIDO AL DOCTOR; ÉL PENSABA QUE LE DARÍA TODA SU SANGRE A SU HERMANA. Y AUN ASÍ SE LA DABA.










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