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jueves, 5 de septiembre de 2013

Princesa de los suburbios

Todas y cada una de las mujeres que conozco, tienen algo de la princesa de los cuentos de hadas, sólo que por estar ocupadas, o porque decidieron entregarse de lleno al hogar, a los hijos, a las responsabilidades, dejaron de soñar. Entregaron el porqué de su ilusión.

Mi vecina por ejemplo, cuando le cuentan algo de una pareja de enamorados, o que tal o cual caballero le demuestra afecto a una dama, ella se queda pensando y con ojos de añoranzas dice con melancolía: "Así es la vida", porque su marido los primeros días que se unieron fue atento y cariñoso, todo un galán y luego de tantos años viviendo perdió el romanticismo.

Esto le pasa al 99% de las mujeres del mundo, quienes tenemos nuestra princesa dormida esperando por su príncipe que llegue a despertarla con un beso. Dormida de apatía, problemas, o simplemente desilusión. Sí porque se puede tener al lado un hombre, pero pocas veces se tiene un compañero, atento, lindo como lo imaginamos…
Y no es que no lo hemos intentado, los hemos tratado de incentivar por años, pero el machismo del hombre (sin querer generalizar), sobre todo en estas nuestras regiones, lo aleja de las expectativas de nuestros sueños y a veces se nos convierten en una responsabilidad más.

Es donde surge el segundo frente, cuando esa mujer necesitada de cariño, se encuentra en calle con un viril galán, quien se le acerca y le dice palabras bonitas, cae rendida, comienza a soñar de nuevo, se despierta la princesa, y se entrega con el alma a su amorío, sin medir consecuencias. No es lo más aconsejable, pero sólo así siente aunque sea por unos instantes que la vida vale la pena.

No en todos los casos es lo mismo. Pues existen caballeros, sensibles que reconocen esa princesa en sus amantes, esposas, o novias, y la saben cortejar, logrando que ellas les entreguen, además de por responsabilidad, el corazón y todo su amor; pero son muy pocos y los que existen a veces se hallan con la princesa equivocada.

Lo digo por mí, tengo varias experiencias con parejas, y que conste que no busco ¡perfección!, sólo que por soñadora siempre espero un poquito por lo menos, de ese no sé que de los que hablan los poetas y lo que me mantiene creyendo en lo hermoso de las relaciones; pero me consigo con cada tipo, que lo que logra es alejarme.

Entiendo que luego de cierto tiempo, las parejas asumen obligaciones, que les impiden estar a tiempo completo, brindándose atención amorosa, pero ¡ojo!, a veces una lo que quiere es un gesto, una palabra, un detallito, con eso basta para que nuestra princesa dormida, este contenta.

Mi vecina como tantas otras mujeres, todo lo que añoran es que valoren sus intentos naturales de femineidad y delicadeza, que al compañero no se le olvide, que ella siente, sueña, vibra, piensa a veces como niña juguetona, que en ese sentido simple es adolescente, que le gusta que la sorprendan, con cursilerías, que nunca están de más.

Yo por mi parte no cambiaré, y de vez en cuando en mi hombre florece el príncipe de mis sueños, lo atrapo y disfruto al máximo, antes que vuelva a su rudo machismo, que no es desagradable del todo siempre y cuando lo sepa controlar. Sueño y sueño, vuelo entre nubes, y visto de toalla y encajes, amo y ando por sendas de arcoíris repleto de duendecillos risueños, complaciendo todos mis deseos.

Siempre me dirijo, cada vez que puedo al país de las maravillas de la mano de mi príncipe, perdiéndome en su hermosa mirada, envuelta en sus amorosos brazos, y me entrego a su beldad, porque sé que en cada hombre, existe también un príncipe dormido, y en el momento que se unen las dos esencias, es el mismo en el que comienza la unión del infinito con lo finito.

Cuando las mujeres logremos despertar el príncipe dormido de su hombre, en ese preciso momento no tendrán que buscar más satisfacciones externas a su relación, de lo contrario siempre se sentirán que le falta algo y vivirán tristes y vacías.
Me preguntarán ¿y cómo lograr eso? Allí radica lo difícil, más no imposible, lo que importa es que no deben dejar morir la princesa soñadora que habita en cada una de nosotras. Hay que alimentarla con esperanzas, dando tiempo que nuestro compañero despierte y si no dando tiempo a que llegue nuestro verdadero consorte. Que sí existe.

Princesas del mundo, sueñen, amen, enseñen a sus hijas amar, y a sus hijos, a recibir y valorar el amor, sembremos semillas de ilusiones. Hagámosle creer en los cuentos de hadas para que no se pierda la magia, la magia que mueve al mundo, la magia que hace que valga la pena vivir.
No teman mostrar sus sentimientos y pedir lo que deseen, expresen como quieren ser tratadas. Toquen la puerta de su príncipe y despiértenlos, porque de lo contrario vivirán en amarga soledad, aún acompañadas y eso es peor.

Ustedes príncipes de nuestro siglo, dejen la timidez, comiencen a reconciliarse con la ternura, con la delicadeza, por ello no perderán virilidad, lo contrario serán hombres más completos.
Empiecen a hallar el tesoro escondido en sus almas y compártanlo con su eterna princesa. La vida de esa manera será más llevadera. Nadie dijo que soñar es malo, malo es vivir creando realidades vanas y frías.
Hace falta siempre la tibieza del amor y la entonación, Así que vamos juntos a amarnos, como eternos adolescentes, y dejémosle al mundo de herencia el más hermoso y perdurable cuento de hadas.

Princesa de los suburbios

Todas y cada una de las mujeres que conozco, tienen algo de la princesa de los cuentos de hadas, sólo que por estar ocupadas, o porque decidieron entregarse de lleno al hogar, a los hijos, a las responsabilidades, dejaron de soñar. Entregaron el porqué de su ilusión.

Mi vecina por ejemplo, cuando le cuentan algo de una pareja de enamorados, o que tal o cual caballero le demuestra afecto a una dama, ella se queda pensando y con ojos de añoranzas dice con melancolía: "Así es la vida", porque su marido los primeros días que se unieron fue atento y cariñoso, todo un galán y luego de tantos años viviendo perdió el romanticismo.

Esto le pasa al 99% de las mujeres del mundo, quienes tenemos nuestra princesa dormida esperando por su príncipe que llegue a despertarla con un beso. Dormida de apatía, problemas, o simplemente desilusión. Sí porque se puede tener al lado un hombre, pero pocas veces se tiene un compañero, atento, lindo como lo imaginamos…
Y no es que no lo hemos intentado, los hemos tratado de incentivar por años, pero el machismo del hombre (sin querer generalizar), sobre todo en estas nuestras regiones, lo aleja de las expectativas de nuestros sueños y a veces se nos convierten en una responsabilidad más.

Es donde surge el segundo frente, cuando esa mujer necesitada de cariño, se encuentra en calle con un viril galán, quien se le acerca y le dice palabras bonitas, cae rendida, comienza a soñar de nuevo, se despierta la princesa, y se entrega con el alma a su amorío, sin medir consecuencias. No es lo más aconsejable, pero sólo así siente aunque sea por unos instantes que la vida vale la pena.

No en todos los casos es lo mismo. Pues existen caballeros, sensibles que reconocen esa princesa en sus amantes, esposas, o novias, y la saben cortejar, logrando que ellas les entreguen, además de por responsabilidad, el corazón y todo su amor; pero son muy pocos y los que existen a veces se hallan con la princesa equivocada.

Lo digo por mí, tengo varias experiencias con parejas, y que conste que no busco ¡perfección!, sólo que por soñadora siempre espero un poquito por lo menos, de ese no sé que de los que hablan los poetas y lo que me mantiene creyendo en lo hermoso de las relaciones; pero me consigo con cada tipo, que lo que logra es alejarme.

Entiendo que luego de cierto tiempo, las parejas asumen obligaciones, que les impiden estar a tiempo completo, brindándose atención amorosa, pero ¡ojo!, a veces una lo que quiere es un gesto, una palabra, un detallito, con eso basta para que nuestra princesa dormida, este contenta.

Mi vecina como tantas otras mujeres, todo lo que añoran es que valoren sus intentos naturales de femineidad y delicadeza, que al compañero no se le olvide, que ella siente, sueña, vibra, piensa a veces como niña juguetona, que en ese sentido simple es adolescente, que le gusta que la sorprendan, con cursilerías, que nunca están de más.

Yo por mi parte no cambiaré, y de vez en cuando en mi hombre florece el príncipe de mis sueños, lo atrapo y disfruto al máximo, antes que vuelva a su rudo machismo, que no es desagradable del todo siempre y cuando lo sepa controlar. Sueño y sueño, vuelo entre nubes, y visto de toalla y encajes, amo y ando por sendas de arcoíris repleto de duendecillos risueños, complaciendo todos mis deseos.

Siempre me dirijo, cada vez que puedo al país de las maravillas de la mano de mi príncipe, perdiéndome en su hermosa mirada, envuelta en sus amorosos brazos, y me entrego a su beldad, porque sé que en cada hombre, existe también un príncipe dormido, y en el momento que se unen las dos esencias, es el mismo en el que comienza la unión del infinito con lo finito.

Cuando las mujeres logremos despertar el príncipe dormido de su hombre, en ese preciso momento no tendrán que buscar más satisfacciones externas a su relación, de lo contrario siempre se sentirán que le falta algo y vivirán tristes y vacías.
Me preguntarán ¿y cómo lograr eso? Allí radica lo difícil, más no imposible, lo que importa es que no deben dejar morir la princesa soñadora que habita en cada una de nosotras. Hay que alimentarla con esperanzas, dando tiempo que nuestro compañero despierte y si no dando tiempo a que llegue nuestro verdadero consorte. Que sí existe.

Princesas del mundo, sueñen, amen, enseñen a sus hijas amar, y a sus hijos, a recibir y valorar el amor, sembremos semillas de ilusiones. Hagámosle creer en los cuentos de hadas para que no se pierda la magia, la magia que mueve al mundo, la magia que hace que valga la pena vivir.
No teman mostrar sus sentimientos y pedir lo que deseen, expresen como quieren ser tratadas. Toquen la puerta de su príncipe y despiértenlos, porque de lo contrario vivirán en amarga soledad, aún acompañadas y eso es peor.

Ustedes príncipes de nuestro siglo, dejen la timidez, comiencen a reconciliarse con la ternura, con la delicadeza, por ello no perderán virilidad, lo contrario serán hombres más completos.
Empiecen a hallar el tesoro escondido en sus almas y compártanlo con su eterna princesa. La vida de esa manera será más llevadera. Nadie dijo que soñar es malo, malo es vivir creando realidades vanas y frías.
Hace falta siempre la tibieza del amor y la entonación, Así que vamos juntos a amarnos, como eternos adolescentes, y dejémosle al mundo de herencia el más hermoso y perdurable cuento de hadas.
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