Las cosas que pides no se comparan con lo imaginable que Dios tiene para ti!.. se paciente y confía en él!
martes, 26 de agosto de 2014
jueves, 21 de agosto de 2014
Papito..., ¿cuánto me amas?
El día que mi Hija nació, en verdad no sentí gran
alegría por que la decepción que sentía parecía ser
más grande que el gran acontecimiento que representa
tener una hija: ¡Yo quería un varón!
A los dos días de haber nacido, fui a buscar a mis
dos mujeres, una lucía pálida y agotada y la otra
radiante y dormilona.
En pocos meses me dejé cautivar por la sonrisita de
mi Carmencita y por la infinita inocencia de su mirada
fija y penetrante, fue entonces cuando empecé a amarla
con locura. Su carita, su sonrisita y su mirada no se
apartaban ni por un instante de mis pensamientos, todo
se lo quería comprar, la miraba en cada niño o niña,
hacía planes sobre planes, todo sería para mi Carmencita.
Este relato era contado a menudo por Randolf, el
padre de Carmencita y Yo también sentía gran afecto
por la niña que era la razón más grande para vivir de
Randolf, según decía el mismo.
Una tarde estaba mi familia y la de Randolf haciendo un picnic a la orilla de un río cerca de casa y la niña entabló una conversación con su papá, todos escuchábamos:
- Papi,... cuando cumpla quince años, ¿cuál será mi regalo?
- Pero mi amor, si apenas tienes diez añitos, ¿no te
parece que falta mucho para esa fecha?
- Bueno papito,... tu siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca lo he visto por aquí.
La conversación se extendía y todos participamos de
ella. Al caer el sol regresamos a nuestras casas.
Una mañana me encontré con Randolf enfrente del colegio donde estudiaba Carmencita quien ya tenía
catorce años. Randolf se veía muy contento y la
sonrisa no se apartaba de su rostro. Con gran orgullo
me mostraba las calificaciones de Carmencita, eran
notas impresionantes, ninguna bajaba de diez puntos y
los estímulos que les habían escrito sus profesores
eran realmente conmovedores. Felicité al dichoso papá.
Carmencita ocupaba toda la alegría de la casa, en la
mente y en el corazón de la familia, especialmente en
el de su papá.
Fue un domingo muy temprano cuando nos dirigíamos a
misa, cuando Carmencita tropezó con algo, eso creíamos
todos y dio un traspié. Su papá la agarró de inmediato
para que no cayera... Ya instalados en la iglesia,
vimos como Carmencita fue cayendo lentamente sobre el
banco y casi perdió el conocimiento.
La tomamos en brazos, mientras su papá buscaba un
taxi hacia el hospital.
Allí permaneció por diez días y fue entonces cuando
le informaron que su hija padecía una grave enfermedad
que afectaba seriamente su corazón, pero no era algo
definitivo, qué debía practicarle otras pruebas para
llegar a un diagnóstico firme.
Los días iban pasando, Randolf renunció a su trabajo
para dedicarse al cuidado de Carmencita, su madre quería hacerlo pero decidieron que ella trabajaría, pues sus ingresos eran superiores a los de él.
Una mañana Randolf se encontraba al lado de su hija,
cuando ella le preguntó:
- Voy a morir, ¿no es cierto? ¿Te lo dijeron los
doctores?
- No mi amor... no vas a morir, Dios que es tan
grande, no permitiría que pierda lo que más he amado
sobre este mundo, respondió el padre.
- ¿Van a algún lugar?
- ¿Pueden ver desde lo alto a su familia?
- ¿Sabes si pueden volver? preguntaba su Hija.
- Bueno hija,... en verdad nadie ha regresado de
allá a contar algo sobre eso, pero si yo muriera, no
te dejaría sola, estando en el más allá buscaría la
manera de comunicarme contigo, en última instancia
utilizaría el viento para venir a verte.
- ¿Al viento? ¿Y cómo lo harías?
- No tengo la menor idea hijita, solo sé que si
algún día muero, sentirás que estoy contigo, cuando un
suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese tus
mejillas.
Ese mismo día por la tarde, llamaron a Randolf, el
asunto era grave, su hija estaba muriendo. Necesitaban
un corazón, pues el de ella no resistiría sino unos
quince o veinte días más: ¡UN CORAZÓN!
- ¿Dónde hallar un corazón?
- ¡Un corazón!
- ¿Dónde... Dios mío?
Ese mismo mes, Carmencita cumpliría sus quince años.
Y fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un
donante, una esperanza iluminó los ojos de todos, las
cosas iban a cambiar.
El domingo por la tarde ya Carmencita estaba operada, todo salió como los médicos lo habían
planeado. ¡Éxito total! Sin embargo, Randolf todavía
no había vuelto por el hospital y Carmencita lo
extrañaba muchísimo. Su mamá le decía que ya todo
estaba muy bien y que su papito sería el que
trabajaría para sostener la familia.
Carmencita permaneció en el hospital por quince días
más, los médicos no habían querido dejarla ir hasta
que su corazón estuviera firme y fuerte y así lo
hicieron.
Al llegar a casa todos se sentaron en un enorme sofá
y su mamá con los ojos llenos de lágrimas le entregó
una carta de su padre:
"Carmencita, hijita de mi corazón: Al momento de leer mi carta, ya debes tener quince años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho. Esa fue la promesa que me hicieron los médicos que te operaron. No puedes imaginarte ni remotamente cuánto lamento no estar a tu lado en este instante.
Cuando supe que ibas a morir, decidí dar respuesta a una pregunta que me hiciste cuando tenías diez añitos y a la cual no respondí. Decidí hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás haría por mi hija... Te regalo mi vida entera sin condición alguna, para que hagas con ella lo que quieras.
- ¡¡Vive hija!! ¡¡Te amo con todo mi corazón!! "
Carmencita lloró todo el día y toda la noche. Al día
siguiente fue al cementerio y se sentó sobre la tumba
de su papá. Lloró como nadie lo ha hecho y susurró:
- "Papi... ahora puedo comprender cuanto me amabas.
Yo también te amaba y aunque nunca te lo dije, ahora
comprendo la importancia de decir "Te Amo" y te
pediría perdón por haber guardado silencio tantas
veces".
En ese instante las copas de los árboles se mecieron
suavemente, cayeron algunas hojas y florecillas, y una
suave brisa rozó las mejillas de Carmencita, alzó la
mirada al cielo, intentó secar las lagrimas de su
rostro, se levantó y emprendió el regreso a su hogar.
martes, 19 de agosto de 2014
Una linda historia de amor
Una mañana un joven recibió una llamada de su ex-novia, en la cual le decía… Yo también sentí lo mismo que tu anoche... Te espero dentro de una hora en el parque… Junto al pequeño muelle del lago. El puso el teléfono en su lugar y su impresión fue un poco aterradora, ya que un día antes había soñado a su ex novia, con la cual había quedado en malos términos y por rencores y orgullos ambos perdieron la comunicación de pareja y amistad. Tomo una ducha, se arreglo y pensó en decirles a sus amigos que ella le había llamado, pero prefirió dejarlo en privacidad… Total, era el momento para que ambos volvieran a cruzar palabras, ya que el orgullo no debe ser eterno, ni mucho menos un castigo en juicio…. El joven se dirigió al parque, se acerco al pequeño muelle y se sentó, observando y pensando que iba a pasar, que le diría su ex novia? de que iba hablar? Miraba a la gente pasar y entre esa gente la vio, su ex novia se acercaba a el de forma misteriosa… la vio extraña, vestía totalmente diferente! No vestía sus ropas frecuentes, ahora vestía un vestido blanco...que hacia ver en su rostro una extraña palidez, su mirada reflejaba una paz inmensa, lucia tan hermosa, Era como si destellara rayos de luz…… vestía unos zapatos impecablemente limpios del mismo color del vestido.....El intento decirle hola pero ella le dijo… Caminemos….
Ella comenzó la conversación.....He sabido que has estado triste y que has tenido muchos problemas..... Te he soñado llorando... te he escuchado gritar afuera de mi casa… Y no me acercaba a ti, debido a las circunstancias, debido a tontos orgullos, yo se que tu no querías saber nada de mi… Y no te culpo… Ambos nos lastimamos demasiado, nos hicimos mucho daño y logramos alejarnos…. No vengo a discutir... No vengo a pedirte perdón..... Solo he venido a decirte que aunque las cosas no se arreglaron en su debido momento … Yo creo que nunca es tarde....... Sabes? Espere a que tú me llamaras, para poder platicar… Pero tu llamada nunca llego…. El esperarte... el pensar en ti… Borro mi apetito... Se robo mis días de sol… y me fue venciendo poco a poco…. Sin embargo guarde Fe… y dije "el llamara"…. Más nunca lo hiciste…. No te culpo pero si te comprendo…. Se lo que sentiste anoche… se lo que te paso, yo también lo sentía en ese momento, pero con mucho mas dolor… Grite tu nombre mil veces… y grite mil veces perdón, Que lastima que no me hayas escuchado… Que lastima que no me hayas llamado… Pero sabes amor? creo que nunca es tarde para perdonar y si te pedí que vinieras al parque fue para entregarte esto….
Ella le entrego en sus manos una cruz, la cual era símbolo del amor de los dos… Esta cruz es mi cuerpo... esta cruz es quien soy… Te amo y quiero que la conserves contigo por el resto de tu vida…. El se quedo sin palabras mientras gruesas lagrimas resbalaban por sus mejillas…. La gente lo miraba y lo señalaban....alguien le pregunto…. Joven esta usted bien? Y El respondió… Si porque? Lo veo caminar y lo veo llorar... Le sucede algo?…. Nada, gracias, simplemente estoy conversando con ella… La persona que pregunto se retiro extrañada del lugar…
El acompaño hasta su casa a su ex novia, ella le pidió que por favor la esperara afuera y el accedió…ella nunca lo hacia esperar en el patio… Se quedo 10 minutos esperando… y no regresaba De pronto escucho voces y vio salir de la casa a los amigos de ella, todos con cara triste y ojos llorosos… Lo abrazaron y le dijeron… Se nos fue, se nos fue……. Una extraña sensación recorrió todo su cuerpo Y entro corriendo a la casa, entro a la recamara de su ex novia...En ella se encontraba la mama de ella… abrazada del cadáver de la chica el cual reflejaba en su rostro una profunda tristeza …. El joven con llanto y un nudo en la garganta… Le pregunto a la Sra.…Que sucedió? Dígame que sucedió? Dice el doctor que murió de tristeza…Ella dejo de comer... dejo de reír….No sabemos si el desamor la alejo de todo... No sabemos si el sentimiento de culpa la hizo infeliz… te ha dejado esta carta! le dijo....el comenzó a leer....
Sabes amor? Yo también sentí lo mismo que tu…. El aire empieza a faltarme, Intento gritar pero no puedo, Luces blancas iluminan mi recamara…me voy para siempre amor.... Gracias por haber ido al Lago… gracias por estar aquí… Aunque en vida no me pudiste perdonar… Se que ahora lo harás frente a mi.....
El miro el cadáver…Y solo dijo: Perdóname tú a mí......
“En el amor, en la amistad…en la familia… no dejemos entrar sentimientos mezquinos en nuestro corazón, como lo son el rencor, el odio, el orgullo, la ira, etc.... aprendamos a perdonar y a pedir perdón No dejemos que mañana sea demasiado tarde… Mírense a los ojos… y sientan lo bello que es "vivir y perdonar"
jueves, 14 de agosto de 2014
"Un asesor de empresas que enseña cómo llenar un recipiente"
Un relato sobre cuáles deben ser nuestras prioridades en la vida
Un experto asesor de empresas en Gestión del Tiempo quiso sorprender a los asistentes a su conferencia. Sacó de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y preguntó:
-"¿Cuántas piedras piensan que cabe en el frasco?"
Después que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco. Luego preguntó:
-"¿Está lleno?".
Todo el mundo lo miró y asintió. Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con gramilla. Metió parte de la gramilla en el frasco y lo agitó. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes.
El experto sonrió con ironía y repitió:
-"¿Está lleno?".
Esta vez los oyentes dudaron:
- "Tal vez no".
-"¿Bien!", dijo.
Y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava.
- "¿Está lleno?", preguntó de nuevo.
- "¡No!", exclamaron los asistentes.
- "Bien", dijo.
Y cogió una jarra de agua de un litro que comenzó a verter en el frasco. El frasco aún no rebosaba.
- "Bueno, ¡qué hemos demostrado?", preguntó.
Un alumno respondió:
- "Que no importa lo llena que esté tu agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas."
- "No", concluyó el experto: "Lo que esta lección nos enseña es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrías colocarlas después.
-Cuáles son las grandes piedras en tu vida? DIOS, las personas amadas, tus hijos, tus amigos, tus sueños. Recuerda, pon las grandes primero. El resto, encontrará su lugar.
"Mi Padre me verá jugar"
Un relato sobre la persistencia, el amor paterno y la existencia del cielo
Un muchacho vivía solo con su padre; ambos tenían una relación extraordinaria y muy especial. El joven pertenecía al equipo de fútbol americano de su colegio. Usualmente no tenía la oportunidad de jugar, sin embargo su padre permanecía siempre en las gradas haciéndole compañía en cada partido.
El joven era el más bajo en estatura de su clase. Pese a ello, cuando comenzó la secundaria insistió en participar en el equipo de fútbol del colegio. Su padre le daba orientación y le explicaba que no tenía que jugar fútbol si no lo deseaba en realidad... pero el hijo amaba el fútbol, no faltaba a una práctica, ni a un juego. Estaba decidido a dar lo mejor de sí, ¡se sentía felizmente comprometido!
Durante su vida en secundaria, lo recordaron como "El calentador de banco", debido a que siempre permanecía sentado. Su padre lo animaba con su espíritu de aliento y el mejor apoyo que hijo alguno podía esperar.
Cuando comenzó la Universidad, intentó entrar al equipo de fútbol; todos estaban seguros que no lo lograría, pero a todos venció, entrando al equipo. El entrenador le dio la noticia, admitiendo que lo había aceptado además por la manera como él demostraba entregar su corazón y su alma en cada una de sus prácticas y porque eso le contagiaba a los demás miembros del equipo un gran dosis de ánimo.
La noticia llenó por completo a su corazón, corrió al teléfono más cercano y llamó a su padre, quien compartió con él la emoción. Le enviaba en todas la temporadas todas las entradas para que asistiera a los juegos de la universidad.
El joven atleta era muy persistente, nunca faltó a una práctica ni a un juego durante los cuatro años de la universidad, sin embargo, nunca tuvo la oportunidad de participar activamente en alguno.
Cuando se acercaba el final de la temporada, justo unos minutos antes que comenzara el primer juego de las eliminatorias, el entrenador le entregó un telegrama. El joven lo tomó y luego de leerlo lo guardó en silencio, tragó muy fuerte y temblando le dijo al entrenador:
- "Mi padre murió esta mañana. ¿No hay problema de que falte al juego de hoy?".
El entrenador le abrazó y le dijo:
- "Tómate el resto de la semana libre, hijo, y no se te ocurra venir el sábado".
Llego el sábado y el juego no estaba muy bien. En el tercer cuarto cuando el equipo tenía 10 puntos de desventaja, el joven entró al vestuario, calladamente se colocó el uniforme y corrió hacia donde estaba el entrenador y su equipo, quienes estaban impresionados de ver a su luchador compañero de regreso.
- "Entrenador, por favor, permítame jugar... yo tengo que jugar hoy", imploró el joven. El entrenador pretendía no escucharle. De ninguna manera podía permitir que su peor jugador entrara en el cierre de las eliminatorias, pero el joven insistió tanto, que finalmente el entrenador sintiendo lástima y lo aceptó:
- "OK, hijo, puedes entrar. El campo es todo tuyo".
Minutos después el entrenador, el equipo y el público, no podían creer lo que estaban viendo. El pequeño desconocido, que nunca había participado en un juego, estaba haciendo todo perfectamente bien. Nadie podía detenerlo en el campo, corría fácilmente como toda una estrella. Su equipo comenzó a ganar, hasta empatar el juego. En los últimos segundos de cierre, el muchacho interceptó un pase y corrió todo el campo hasta ganar con un "touchdown".
La gente que estaba en las gradas gritaba emocionada y su equipo lo cargó por todo el campo. Finalmente, cuando todo terminó, el entrenador notó que el joven estaba sentado calladamente y solo en una esquina. Se acercó y le dijo:
- "Muchacho, no puedo creerlo, ¡estuviste fantástico!... Dime: ¿cómo lo lograste?"
El joven miró al entrenador y le dijo:
- "Usted sabe que mi padre murió... pero, ¿sabía que mi padre era ciego?" El joven hizo una pausa y trató de sonreír. "Mi padre asistía a todos mis juegos, pero hoy sería la primera vez que él podría verme jugar...y yo quise mostrarle que sí podía hacerlo"
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La Fe mueve montañas
Reclama las cosas que quieres sintiendo que son tuyas. Cuando lo hagas, la ley de la atracción moverá todas las circunstancias para que lo recibas.
Hace setenta años yo era una pequeña niñita, tenía un hermano y una hermana mayor. Mi padre estaba muy enfermo y permanecía en cama, mientras mi mamá cosía todo el día, para mantenernos, en su vieja máquina de coser.
No la escuché nunca quejarse de nuestra suerte, aunque el fuego que nos calentara bajase o la comida escaseara.
Las cosas funcionaban especialmente mal ese verano y para colmo se agregó la carta que nos llegó de la casa de préstamos donde decía que a menos que le pagáramos la cuota que le debíamos, nos quitarían la máquina de coser que finalmente era nuestra única posesión.
Me quedé congelada cuando ella leyó la carta y una gran diversidad de desastres aparecieron en mi mente de niña. No noté a mi madre horrorizada, al contrario la veía calma. Yo lloraba pensando que sería de nuestra familia, mientras mi madre decía que ella tenía confianza, que algo pasaría y no perderíamos la bendita maquina.
Llegó el día en que vendrían por ella y escuché golpear en la puerta de la cocina. Yo estaba asustada, sabía que esos hombres se la llevarían. Sin embargo, el que vino, era un señor muy bien trajeado que portaba un bebé en brazos. Le preguntó a mi madre si ella era la Sra. Perkins y le contó que él tenía un problema. El farmacéutico le recomendó visitarla pensando que ella podría ayudarlo.
Mi esposa tuvo un accidente ayer y está internada, dijo. Nosotros vivimos aquí hace muy poco tiempo y no tenemos relaciones ni amigos. Yo necesito abrir mi consultorio en el día de hoy. ¿Podría cuidar de nuestro bebé por unos días? Le pagaré por adelantado, le dijo mostrándole un billete de 50 dolares.
Mi madre tomó el dinero y el bebé, y le dijo: Vaya tranquilo, nosotros nos ocuparemos del bebé mientras lo necesite.
Cuando el hombre se fue mi mamá nos miró y con lágrimas corriendo por sus mejillas nos dijo:
- Ya sabía que todo se solucionaría.
lunes, 11 de agosto de 2014
Nunca es demasiado tarde
En 1977 pensaba que era una persona con éxito. Después de todo, poseía el 50% de un negocio muy exitoso. Tenía un doctorado. Estaba casado y tenía tres hijos. Y pensaba que había hecho todo esto con mi propia capacidad y sabiduría. Parecía como si podría lograr hacer cualquier cosa si solamente trabajaba suficientemente duro. Mi conocimiento y la fortaleza de mi voluntad propia, mis títulos y mis éxitos en los negocios eran cosas muy importantes para mí, y los puse delante de cualquier otra cosa. Pero mi hijo de 20 años tenía otras prioridades. Alan trató de compartir conmigo acerca de lo que Jesucristo significaba para él, pero yo estaba convencido que no necesitaba a Jesús. Como ingeniero químico, trato de probar o desaprobar la existencia de Dios, de la igual forma como pruebo reacciones químicas en el laboratorio. La conclusión de este examen había salido sin resultados, así es que ignoré a Dios.
Fue entonces cuando Alan se enfermó seriamente y fue llevado al hospital. Su corazón había cesado de latir. Me paré fuera de la sala de emergencia, luchando con el dolor y la angustia que estaba sintiendo, y el sentimiento de ser incapaz de hacer algo. Me di cuenta que no podía hacer nada. Mi hijo estaba luchando entre la vida y la muerte, y no había nada que pudiera hacer al respecto. Ni siquiera sabía cómo rezar.
Alan sobrevivió a un arresto cardíaco, pero se quedó en el hospital por un largo tiempo, sufriendo de una infección seria en la cabeza. Me dijo muy dulcemente:
- "Sé que es el Plan de Dios. Si el propósito de Dios es que mi sufrimiento te lleve a conocerlo, entonces todo lo que estoy experimentando vale la pena".
¡Estaba asombrado! Junto a su cama, cada día le leía su Biblia. Por primera vez, empecé a aprender lo que la Biblia realmente era. Y empecé a aprender acerca de Jesús. La fe de Alan en Jesús, junto con lo que había leído en la Biblia me hizo entender que Jesús es real.
Un mes más tarde, le abrí el corazón a Cristo. Sabía que Dios quería que tuviera una vida con más significado. ¡Alan estaba muy contento cuando le conté acerca de mi conversión! Había orado por mucho tiempo para que su padre pudiera saber acerca de la vida eterna.
Tres semanas después Alan entró en coma. Por tres días casi nunca abandoné mi lugar al lado de su cama, hasta que finalmente dejó su vida aquí en el mundo para estar con el Señor. Había esperado con ansia la oportunidad de compartir mi nueva vida con mi hijo. Sé que lo voy a ver de nuevo algún día. A pesar de que estamos apenados, Dios nos dio a mi esposa y a mí una paz y esperanza que sobrepasa todo entendimiento humano. La Biblia promete esto en Filipenses 4:7.
La Biblia dice en 2 Corintios 5:17 que si alguno está en Cristo, "nueva criatura es". Las cosas viejas han pasado, y las nuevas han llegado. Esto es ahora la verdad de mi vida. Ahora, Dios es primero, en todo. Los principios con los cuales tomo decisiones también han cambiado completamente. Le pido a Dios que me ayude a hacer decisiones correctas en mis negocios y ya no dependo solamente de mi conocimiento.
Las piedrecitas azules
Habían dos piedrecitas que vivían en medio de otras en el lecho de un torrente. Se distinguían entre todas porque eran de un intenso color azul. Cuando les llegaba el sol, brillaban como dos pedacitos de cielo caídos al agua. Ellas conversaban en lo que serían cuando alguien las descubriera: "Acabaremos en la corona de una reina" se decían.
Un día por fin fueron recogidas por una mano humana. Varios días estuvieron sofocándose en diversas cajas, hasta que alguien las tomo y oprimió contra una pared, igual que otras, introduciéndolas en un lecho de cemento pegajoso, lloraron, suplicaron, insultaron, amenazaron, pero dos golpes de martillo las hundieron todavía más en aquel cemento.
A partir de entonces solo pensaban en huir. Trabaron amistad con un hilo de agua que de cuando en cuando corría por encima de ellas y le decían:
- "Fíltrate por debajo de nosotras y arráncanos de está maldita pared".
Así lo hizo el hilo de agua y al cabo de unos meses las piedrecitas ya bailaban un poco en su lecho. Finalmente en una noche húmeda las dos piedrecitas cayeron al suelo y yaciendo por tierra echaron una mirada a lo que había sido su prisión. La luz de la luna iluminaba un espléndido mosaico. Miles de piedrecitas de oro y de colores formaban la figura de Cristo.
Pero en el rostro del Señor había algo raro, estaba ciego. Sus ojos carecían de pupilas. Las dos piedrecitas comprendieron. Eran ellas las pupilas de Cristo. Por la mañana un sacristán distraído tropezó con algo extraño en el suelo. En la penumbra pasó la escoba y las echó al cubo de basura.
Cristo tiene un plan maravilloso para cada uno de ustedes, y a veces no lo entendemos y por hacer nuestra propia obra malogramos lo que él había trazado. Son ustedes las pupilas de Cristo. Él los necesita para que a través de ustedes pueda llevar el amor al mundo.
El convicto liberado
Cada año, con motivo de las fiestas de aniversario de su coronación, el rey de un pequeño condado liberaba a un prisionero. Cuando cumplió 25 años como monarca, el mismo quiso ir a la prisión acompañado de su Primer Ministro y toda la corte para decidir cuál prisionero iba a liberar.
- Majestad, dijo el primero, "yo soy inocente pues un enemigo me acusó falsamente y por eso estoy en la cárcel".
- A mí, añadió otro, "me confundieron con un asesino pero yo jamás he matado a nadie".
- "El juez me condenó injustamente", dijo un tercero.
Y así, todos y cada uno manifestaba al rey porque razones merecían precisamente la gracia de ser liberados.
Había un hombre en un rincón que no se acercaba y que por el contrario permanecía callado y algo distraído. Entonces, el rey le preguntó: "Tu, ¿porque estás aquí?
- El hombre contestó: "Porque maté a un hombre majestad, yo soy un asesino".
- ¿Y porque lo mataste?, inquirió el monarca.
- Porque estaba muy violento en esos momentos, contestó el recluso.
- ¿Y porque te violentaste?, continuó el rey.
- Porque no tengo dominio sobre mi enojo.
Pasó un momento de silencio mientras el rey decidía a quien liberaría. Entonces tomó el cetro y dijo al asesino que acaba de interrogar: "Tú sales de la cárcel".
Pero majestad, replicó el Primer Ministro, ¿acaso no parecen más justos cualquiera de los otros?
Precisamente por eso -respondió el rey- saco a este malvado de la cárcel para que no eche a perder a todos los demás que parecen tan buenos.
El único pecado que no puede ser perdonado es el que no reconocemos. Es necesario confesar que somos pecadores y no tan buenos como muchas veces tratamos de aparentar.
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